Ahora es el momento: el sector de la defensa debe ser más ecológico
Aunque los medios de comunicación se centren ahora en otros temas, el cambio climático no se toma un respiro y combatirlo debe seguir encabezando la lista de prioridades de todos. En los últimos años, la industria de defensa también ha reconocido que los crecientes desafíos solo pueden afrontarse a largo plazo con soluciones sostenibles. Todavía queda mucho por delante por hacer, pero los expertos son optimistas respecto al futuro.
Históricamente, la industria de defensa ha sido pionera en cuanto al progreso tecnológico en muchas áreas. Por ello, resulta de lo más sorprendente que vaya a la zaga del sector comercial en lo tocante a las innovaciones climáticas. Los requisitos menos exigentes en el desarrollo de productos son un factor, afirma Patrik Johansson, estratega climático de la empresa sueca de defensa Saab desde 2020: «El sector de la defensa, al igual que la industria espacial, siempre ha recibido mucha ayuda financiera por parte de los gobiernos. Las ventajas competitivas no eran forzadas, y la investigación y el desarrollo eran mucho más libres y no estaban regulados. Aunque había buenas razones para ello, también significaba que había poca presión externa para diseñar productos más sostenibles o para que el cambio climático figurara en la agenda». Ahora, a medida que las condiciones de funcionamiento se vuelven más complejas, junto con las exigencias de que los productos sigan siendo funcionales y rindan en determinados entornos, se está produciendo un cambio de mentalidad en toda la industria. Recientemente se ha puesto de manifiesto lo dramática que es ya la situación con el ataque de Rusia a Ucrania, donde la energía pasó a ser de repente un bien escaso y muy caro.
Desde hace algún tiempo, alianzas como la OTAN vienen lanzando advertencias urgentes sobre los peligros del cambio climático y las dependencias asociadas, en particular, en el sector energético. En el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich de febrero de 2023, la OTAN coorganizó una mesa redonda sobre el tema con el Consejo Militar Internacional sobre el Clima y la Seguridad (IMCCS), en la que el Secretario General Adjunto de la OTAN para Desafíos de Seguridad Emergentes, David van Weel, subrayó que la OTAN «debe integrar las consideraciones sobre el cambio climático y la transición energética en toda la organización de la OTAN, incluyendo la formación, los ejercicios, la planificación de fuerzas y el desarrollo y la adquisición de capacidades militares». Todo ello con el trasfondo de apoyar la energía limpia -también a través de la innovación tecnológica- y a su vez garantizar la eficacia militar en un entorno de seguridad degradado.
Sin embargo, no son solo las condiciones cada vez más extremas en el campo de batalla y la disminución de los recursos lo que ha obligado a la industria a ponerse por fin las pilas en lo que respecta a la protección del clima; el mercado financiero también está ejerciendo presión y exigiendo una transformación. Las propuestas de taxonomía social de la Unión Europea, por ejemplo, impondrían condiciones más estrictas a las empresas de defensa en el mercado financiero, y cada vez son más los gobiernos que exigen compromisos y acciones claras por parte de la industria. Los expertos están de acuerdo en que la defensa es un aspecto de la seguridad y que la seguridad es una condición básica para los esfuerzos de sostenibilidad, pero aún no está claro cómo puede funcionar el sector de la defensa en un contexto ESG (medio ambiente, social y gobernanza). El Ministerio de Defensa del Reino Unido ya solo adjudica contratos a empresas que puedan demostrar un plan a largo plazo para reducir las emisiones de carbono. Estados Unidos, Suecia y otros países europeos siguen sendas similares, y la UE también respalda estas ambiciones: «Acojo con satisfacción los esfuerzos de los ministerios de defensa para desarrollar sus estrategias nacionales de defensa con el fin de preparar a sus fuerzas armadas para el cambio climático. Las instituciones de la UE seguirán apoyando este importante esfuerzo. La próxima comunicación conjunta de la UE sobre la vinculación del cambio climático, la degradación del medio ambiente, la seguridad y la defensa será un hito importante en el camino hacia una Unión Europea mejor capacitada para hacer frente a las implicaciones del cambio climático para la seguridad y la defensa», afirma Josep Borrell, Vicepresidente de la Comisión Europea y Jefe de la Agencia Europea de Defensa.
Reducir el impacto medioambiental y crecer al mismo tiempo, ¿una contradicción?
Saab lleva mucho tiempo esforzándose por diseñar sus productos de forma sostenible. Al principio, esto se debía principalmente a que los productos más eficientes eran también más rentables, pero además, la eliminación de las sustancias preocupantes minimizaba los riesgos para la salud. Así pues, aunque existe una larga tradición en Saab de fabricar productos más sostenibles, el factor impulsor no siempre ha sido la protección del clima. Hace unos años, la empresa llevó a cabo un análisis de riesgos y oportunidades en Saab. Entre los riesgos que destacaban estaba el de la futura legislación para la protección del clima y su impacto en el negocio. Ese fue el empujón final que Saab necesitaba para situar este tema en primera línea.
Saab también participa activamente en la industria y trabaja con sus competidores en la asociación ASD Europe para identificar los retos y oportunidades del cambio climático y compartir información. En 2022, se convirtió en la primera gran empresa de defensa y seguridad cuyos objetivos de reducción de emisiones basados en la ciencia fueron aprobados por la iniciativa Science Based Targets (SBTi). El Grupo sigue así una metodología global de reducción de emisiones y se compromete, entre otras cosas, a reducir las emisiones de alcance 1 y alcance 2 en un 42 % y las de alcance 3 en un 25 % para 2030 (base 2020). También se ha establecido un objetivo de compromiso SBTi del 50 % en el alcance 3 para la cadena de suministro de Saab para 2027. Las emisiones de alcance 1 y 2 incluyen fuentes como las pruebas y servicios de vuelo, la calefacción y refrigeración de edificios y el consumo de electricidad, mientras que las emisiones de alcance 3 incluyen los viajes de negocios, el transporte de mercancías, la cadena de suministro y el uso de los productos Saab por parte de los clientes. «Estoy muy orgulloso de que este enfoque nos sitúe a la vanguardia de la industria. La reducción de nuestra huella de carbono se extiende ahora por todas nuestras áreas de negocio», explica Patrik Johansson. Una vez al trimestre, Saab informa sobre sus emisiones de GEI, y anualmente al CDP (antes conocido como Proyecto de Divulgación del Carbono) para garantizar que los objetivos se basan en medidas adecuadas.
Un reto en esta senda, en cualquier caso, es el crecimiento actual dentro de la industria. ¿Puede el sector reducir realmente su impacto climático a medida que aumentan los conflictos? Dado que los objetivos son absolutos y se fijaron en el periodo anterior a este crecimiento actual, será un reto que el sector deberá superar. No obstante, los expertos de Saab ven la situación actual como un reto a corto plazo, y creen firmemente que la industria puede salir adelante y lo logrará. No cabe duda de que toda la industria, en particular, la de proveedores, se verá desafiada. Por ello, Saab intenta que las emisiones de GEI de su cadena de suministro, así como las derivadas del uso de sus productos por parte de los clientes, sean aún más transparentes y cuantificables. Saab solo puede tomar contramedidas si sabe dónde ocurren los impactos medioambientales. Por eso la transparencia es esencial cuando se trata de sostenibilidad.
«Necesitamos utilizar tecnologías puente»
El cambio climático multiplica las amenazas en el campo de batalla. Entre otras cosas, el cambio climático provoca fenómenos meteorológicos más graves, temperaturas más altas, tormentas de arena y mayor humedad. Todos estos factores repercuten en la funcionalidad y el estado físico de los sistemas armamentísticos y el equipo militar. La capacidad de investigación ha aumentado en toda la industria y muchas nuevas tecnologías ya están presentes en el mercado, pero no siempre se despliegan. Patrik Johansson opina que la protección del clima es un compromiso a largo plazo y, por tanto, debe tratarse como tal, tanto dentro de la industria como entre los clientes, a quienes a veces aún les falta valor para utilizar una tecnología que puede no ser perfecta, pero que ya está en el mercado. En lugar de llenar depósitos, si sabemos que los combustibles fósiles son cada vez más escasos por diversas razones, debería haber más interés en lo que las tecnologías puente ya son capaces de lograr. No obstante, ya se han producido avances considerables. Los Saab JAS 39 Gripen son cazas monomotor certificados para funcionar con hasta un 50 % de combustible de aviación sostenible (SAF). En los vuelos de prueba, no han mostrado ninguna pérdida de rendimiento, incluso cuando funcionan con combustible 100 % sintético.
Con los largos ciclos de vida de los productos militares -hasta 60 o incluso 100 años en algunos casos- las soluciones puente pueden marcar una gran diferencia. Por ello, Saab está llevando a cabo una intensa investigación sobre cómo se pueden implantar nuevos sistemas de combustible y sustituir, al menos parcialmente, los combustibles fósiles. También orienta a sus clientes hacia productos especialmente eficientes desde el punto de vista energético y de bajas emisiones en su Cartera de Impacto Climático establecida, por ejemplo, la Guía y Control Avanzado de Movimientos en Superficie (A-SMGCS, por sus siglas en inglés), un sistema que mejora la capacidad de un controlador para gestionar el tráfico aéreo de forma eficiente. Con algoritmos avanzados de rastreo y red de seguridad, rastrea todos los objetivos, con maniobrabilidad lenta o amplia, lo que se traduce en una alta probabilidad de detección y un bajo índice de falsas alarmas. El sistema supera incluso las capacidades de alerta definidas por EUROCONTROL y EUROCAE. La función de enrutamiento de Saab calcula automáticamente una ruta para cada avión que entra o sale basándose en parámetros como la configuración de la pista y otras restricciones. Todo ello propicia flujos de tráfico eficientes y un menor consumo de combustible. El sistema A-SMGCS está en funcionamiento en más de 100 aeropuertos de todo el mundo, incluidos los de Estados Unidos (en los 45 aeropuertos más grandes), Europa, Asia, Australia y Sudamérica.
La gama también incluye productos de camuflaje. Por ejemplo, Saab Barracuda CoolCam, que utiliza el sistema de reducción HeaT especialmente desarrollado para reducir la temperatura interior de los vehículos y mejorar la eficacia del sistema de aire acondicionado durante la conducción o el uso. Una combinación de aislamiento y reflexión de la radiación solar evita que la superficie del vehículo se caliente durante el ciclo solar diurno. Al mismo tiempo, el sistema garantiza superficies más frescas, además del ahorro energético que conlleva una menor necesidad de refrigeración. Esto también facilita el trabajo y los desplazamientos del personal fuera del vehículo, una situación en la que todos ganan en términos de beneficios operativos y de impacto sobre el medio ambiente.
Proteger las infraestructuras críticas
Nuestros océanos son un ámbito especialmente sensible. Son fundamentales para detener el cambio climático. Al mismo tiempo, cada vez más infraestructuras críticas de la sociedad están emplazadas en los fondos marinos y en alta mar, como los parques eólicos marinos, las piscifactorías a escala industrial o incluso los gasoductos y cables para la transferencia de datos. En caso de ataque o destrucción de dichas estructuras, las repercusiones serían enormes. Por tanto, las infraestructuras marítimas deben protegerse a varios niveles. Hoy en día, los proyectos submarinos suelen utilizar vehículos hidráulicos teledirigidos que se controlan desde grandes buques de superficie. Este hecho, a su vez, acarrea problemas medioambientales, especialmente en lo que se refiere a la huella ecológica que dejan los buques de suministro y al riesgo de fugas de aceite de sus sistemas hidráulicos. Con un nuevo tipo de tecnología, Saab está haciendo más fácil, eficiente y sostenible desde el punto de vista medioambiental lo que hasta ahora se hacía bajo la superficie del agua. El Saab Seaeye Sabertooth, con una profundidad operativa de hasta 3.000 metros, es el único sistema itinerante y flotante del mundo que puede funcionar tanto de forma totalmente autónoma (AUV) como amarrado (ROV), lo que permite operaciones duales totalmente flexibles desde una única plataforma. La novedad con respecto a otros sistemas es que el vehículo Sabertooth puede ser propulsado por las olas que lo rodean, que se convierten en energía: un gran avance en términos de energía renovable.
Modificar, desarrollar, adaptar
La estrategia medioambiental de Saab se centra en tres áreas principales: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar la eficiencia de los recursos y la economía circular, y eliminar progresivamente las sustancias preocupantes. No existe una solución sencilla. Hay que agotar todas las opciones para reducir rápidamente las emisiones y adaptar los productos a los nuevos retos. Esto comienza con el uso de energías renovables en la producción, la reducción de los residuos y una decisión consciente a favor de las renovables a la hora de comprar electricidad. El reciclaje también desempeña un papel importante. Incluso en la actualidad, a la empresa le gustaría utilizar más materiales reciclados, pero todavía falta el marco legal correspondiente en algunos ámbitos. En el caso de los aviones, por ejemplo, ciertos componentes deben fabricarse con materias primas vírgenes por razones de seguridad de vuelo. No siempre resulta fácil reducir la huella ecológica de una gama de productos, sin embargo, los expertos creen que es importante permanecer abierto a muchas vías. En Saab, el equipo estudia cómo pueden modificar cada producto existente o hacerlo más eficiente y robusto mediante funciones adicionales. Al mismo tiempo, la empresa está invirtiendo en la investigación de nuevas tecnologías, nuevos materiales con nuevas capacidades y cómo sustituir totalmente a los combustibles fósiles en el futuro.
Las Fuerzas Armadas sienten la creciente necesidad de actuar, pero siguen actuando tímidamente o por motivos ajenos a la protección del clima. Otra razón es que la fiabilidad de los productos y su rendimiento no deben verse perjudicados. La protección de las propias tropas y de la sociedad en tiempos de guerra, pero también en tiempos de paz, es la máxima prioridad. Por ello, en el sector existe un gran escepticismo respecto a las energías renovables, algo bastante comprensible. Después de todo, todavía no hay suficientes opciones de almacenamiento y también hay interrupciones, por ejemplo, cuando no brilla el sol o no sopla el viento. Esta es otra razón por la que las soluciones transitorias son tan importantes. Saab está investigando actualmente, por ejemplo, hasta qué punto los generadores diésel pueden apoyarse en la energía hidroeléctrica y en qué otros casos tienen sentido las soluciones híbridas hasta que sea posible el cambio a soluciones energéticas totalmente renovables. Cuándo estarán disponibles en el mercado las nuevas aplicaciones y con qué rapidez se producirá el cambio dependerá también, en última instancia, de los clientes. Todo el sector de la defensa depende de los encargos correspondientes. Cuanto mejor consiga mostrar a los clientes el valor añadido que generan los productos eficientes y, por tanto, respetuosos con el clima, más rápido será posible el cambio.
Con audacia hacia un futuro positivo
Los expertos están de acuerdo: hay potencial en el sector de la defensa. Un estudio de Roland Berger de 2019 exploró los beneficios que los actores de la industria de defensa pueden experimentar a través del cambio medioambiental, y descubrió que la reducción de la huella de carbono militar permite simultáneamente un uso más eficiente de los recursos y unas operaciones más eficaces. Esta mentalidad debe estar firmemente arraigada en la estrategia de sostenibilidad a largo plazo del sector para garantizar que la descarbonización sea un elemento diferenciador y no solo un mal necesario.
Que al final alcancemos los objetivos de sostenibilidad fijados a nivel mundial, como la neutralidad climática de la UE para 2050 o la Carrera hacia el cero de la ONU, depende de muchos factores. Los conflictos armados, de los que desgraciadamente hay demasiados en la actualidad, son perjudiciales para el clima. Sin embargo, los acontecimientos geopolíticos actuales también demuestran que se necesita una industria de defensa fuerte para proteger a la sociedad y para permitir seriamente los esfuerzos de sostenibilidad en primer lugar. Por eso es aún más importante que la industria se adapte rápidamente al nuevo marco y aplique su papel de pionera tecnológica, que tiene en tantos otros ámbitos, a la protección del clima. De lo contrario, la industria de defensa será, en algún momento, la única usuaria de combustibles fósiles y se encontrará así en una situación de extremo peligro y dependencia. Está claro que el campo de batalla del futuro presentará un aspecto muy diferente, no solo en términos de entorno, sino también de tecnologías. Pero ambos pueden complementarse y beneficiarse mutuamente. Patrik Johansson, estratega climático de Saab, está convencido de ello: «Nuestra industria ya ha demostrado que puede crecer y a su vez reducir las emisiones climáticas. Debemos seguir juntos en esta senda. Tenemos que ser más rápidos y audaces a la hora de invertir e integrar nuevas tecnologías y procesos. La defensa ecológica no será solo el futuro. Hará que todo nuestro sector sea más fuerte y resistente y, en última instancia, todos nos beneficiaremos de ello».